sábado, 28 de agosto de 2010

Lo Hecho, Hecho Está

Camino a mi casa, tratando de no pensar más de lo debido, pero es un simple propósito en vano. Y esta vez, hago una nueva llamada, pero a David, un amigo de Bogotá, otra ciudad ya más lejana a donde vivo, y que es capital con Colombia, a él le comento la situación tratando de escuchar un consejo de alguien, pues a veces es bueno escuchar una opinión externa.

-Ya sabe, decídase, y dígale las cosas – fueron las últimas palabras que le escuché decirme, después de darle tantas vueltas a temas, y de argumentos encontrados. Así que en ese momento, no ayudo en despejar pensamientos la llamada, sino en aumentarlos, pero habría que hacer una pausa, porque el almuerzo estaba listo. Mis padres notan un poco que pienso en otra cosa durante el almuerzo, y con el poder increíble de las mamás de saberlo tal vez todo en su interior pero no decirlo:

-“Le pasa algo Fabián?”- le escucho decir, y como un nuevo revuelco a mi cabeza, que aumenta esa impotencia al silencio al miedo a decir que era precisamente lo que tenia, solo con el tenedor agarro un poco más del arroz con pollo que comemos en ese momento, y digo. –No, nada, solo estoy cansado-. La siesta sigue siendo intranquila para mi cabeza, y el espacio donde menos quería estar en ese momento, era mi lugar privilegiado para siempre, pero sabía que era el lugar que tenía que enfrentar y al que tenía que llegar. Y los pensamientos se van por un momento, porque está conectado. Así que solo abrir la ventana de conversación cabe en ese momento.

Después de saludarnos, y tratar de hablar un poco más sobre que hizo el día anterior, sin que Martin notase nada raro, el me dice en un momento:

-Hay cosas que me dicen mucho, pero otras que no – releo tres veces esa frase sin entenderla muy bien, pues en mi cabeza vuelven los pensamientos, vuelve la llamada que tuvimos, y entonces no le daba sentido al sentido de la misma. Entonces le pregunto a que se refiere, a lo que una evasiva digitada como – No, nada – le leo, a partir de ahí la conversación se hace de un tono muy tenso, y no dura mucho, antes de que se despida y yo lo haga igual, y mutuamente cerramos sesión. Recuerdo lo último que le escuché a David, en la llamada que le hice, y dejo a un lado el miedo, tomo el valor, abro la bandeja de entrada del mail, y doy clic a la opción de redactar un nuevo mensaje.

   Martin, gracias al consejo de un buen amigo, he tomado la decisión de por fin escribirle y decirle quien soy, Fabián quien iba con ustedes al paseo a Chinacota este Domingo que pasó, que estuvo al lado suyo todo el tiempo, era yo. La verdad creo que comprenderá que mi amistad con Andrés (mi amigo), quien fue algo suyo, era uno de los motivos de mis precauciones, en todo caso si, ese era yo. Creame que igual me ha parecido interesante hablar con usted, y si quiere seguir haciéndolo agrégueme por mi cuenta: miverdaderocorreo@elcorreo.com ya que este correo no lo pienso abrir más, esperando que entienda.

“Daniel”.

Supe que tendría que ser breve, que los detalles los armaríamos después, si no se tomase a mal y toda la tarde que sigue pasando solo pienso en el mail que le envié y más sabiendo que casi a llegar la noche muy seguramente lo leería, para apaciguar un poco mi impaciencia pude salir a hacer algunas vueltas con mi mamá, sorpresivamente la tarde pasó rápida, y al llegar la noche, me conecto enseguida, al abrir mi verdadera cuenta mi verdadero espacio, busco la bandeja de entrada y entonces leo: “Tienes 1 Nuevo Mensaje de: Martin”.

viernes, 13 de agosto de 2010

Cerca y Lejos

Como todo momento de preguntas internas, simplemente pasó, y mientras tanto las vacaciones seguían corriendo, solo que ahora en mi monótona rutina de levantarme tarde, de desayunar (que era en realidad almorzar), tomar una ducha, descansar un rato, pasar la tarde en la casa, o en alguna actividad que tuviese que realizar, y esperar el momento de la tarde, o noche, para los ya conocidos encuentros con Martin.

Llega el fin de semana entonces Martin tiene tiempo libre y podemos empezar a hablar desde temprano. Ese día, es el cumpleaños de la prima de aquel amigo mío, aquel primer noviazgo de Martin, y uno de los motivos de ese temor absurdo quizás. Recibo una invitación por parte de mi amigo de ir a Chinacota, un pequeño pueblo que está cerca, a casi una hora de donde vivo, y a menos de 70km. Su clima es muy agradable (frio), y precisamente es una buena opción para un despeje momentáneo, de la rutina de la ciudad. Entonces entre tantas cosas que hablaba en ese momento con Martin:

-Me invitaron unos amigos a Chinacota, pero no puedo ir, no están mis papas y estoy cuidando a mi hermanito- le escribo como comentario normal de la charla, y era cierto. Tuve que declinar en ese momento la invitación por no encontrarse mis padres y estar cuidando a mi hermano, aunque mi amigo insistido quedó en volverme a llamar apenas fueran saliendo para saber si podía.

-Tengo que irme, hablamos luego- precipitadamente leo que me escribe Martin, y entonces supungo que tuvo algo que hacer, y nos despedimos de la charla.

Instantáneamente, y sin notarlo de esa forma, entró la llamada de mi amigo, y precisamente mis padres acababan de llegar a la casa. Le aviso que puedo ir que pasen por mí. Llega él y me monto a la camioneta, como iba manejando nena, él adelante, y 3 amigas mas atrás, mi lugar dentro de la camioneta seria en los dos puestos adicionales de la parte trasera que se le adoptan a las captivas. Luego, pensando en el rumbo directo a Chinacota, mi amigo, sin conocer mis conversaciones con Martin, me dice en ese momento:

-Vamos a pasar por Martin, para que vaya por nosotros- al escuchar esas palabras no puedo creerlo. Ya había escuchado de él por mi amigo, pero el último no conocía sabía que conversábamos, y aunque sabía que nunca había visto ni una foto de Martin, no dejaba de quedar en desconcierto.

Llegamos así a la casa de él, lo esperamos. Cuando sale, por la poca vista que tenía desde mi lugar en la camioneta, le veo vistiendo una bermuda a cuadros verde y beish, y una camisa verde. Su asiento seria al lado del mío, en el estrecho espacio que había. Nadie nos presenta, y solo hay charlas y risas entre todos, pero entre él y yo, silencio. El viaje rindió. Demoramos menos de la hora en llegar, y todo el camino fue silencioso entre los dos, aunque interactivo entre todos los demás. Nos hacemos en el parque central del pueblo, para hablar, y tomar unos tragos.

Para este momento la situación no cambiaba, yo aun mas entre miedo, achante, interés, y otras cosas seguía sin hablarle, hablaba con mi amigo. Iba cayendo la noche y decidimos bajar a otra parte del pueblo, tenían hambre y decidieron parar en un puesto para pedir comida. Otra vez tenemos los mismos puestos de cuando subimos el viaje. Yo no tenía hambre, estaba lleno de mis pensamientos. La constante del viaje seguía, No sabía si decirle que era Fabián, él que todos nombraban para ese momento (que soy yo) o que era el Daniel, con el que tanto hablaba. Todos piden perros, menos una de las amigas de la cumpleañera, y yo. Mientras comen, Martin me ofrece del perro de él. Por fin se da el momento de cruzar unas palabras.

-No, gracias- fue lo único que de mi boca pudo salir con la pequeña inclinación para verle de frente sin ser capaz de mirarlo mucho a la cara. Me hace un gesto entonces ofreciéndome gaseosa; acepto pero solo doy un sorbo corto y le entrego botella de la misma forma que le di la corta respuesta.

“Ahí quedó la oportunidad de hablarle”- pensé.

El viaje de regreso comenzó. La noche ya había caído, y el cansancio hacia que solo se escuchara la música, por la nula conversación. Esta vez las curvas hacían que en ocasiones mi rodilla rozara la de Martin. Pero solo pasaba eso, pequeños roces, pero seguíamos sin cruzar palabras. Llegamos a Cúcuta, pero ahora, pasamos a visitar a una amiga de la cumpleañera. Yo no conocía mucho y entonces el silencio de mi parte se hacía más contundente.

Nos bajamos y tome asiento en el pequeño anden al lado de mi amigo. Martin, estaba muy cerca a nosotros, pero hablábamos solo mi amigo y yo. Entre la conversación, como si las cosas estuvieran para decirse cuando menos se deben decir, comienza un diálogo entre mi amigo y yo.

-Fabián, ¿qué me cuenta de nuevo?, ¿en que anda? Ahora lo he visto muchas veces conectado hasta muy tarde- me dice.

-¡No invente!,-le respondo, y trato de esquivarle ese tipo de conversación.

-Si. Yo me coloco como no conectado pero lo veo como hasta las 2 am. “Danielito el travieso”- me dice en tono burlón, y recuerdo que a él lo tenía también en ese correo donde me hacía llamar Daniel.

Pensé que Martin había escuchado, pero al parecer no lo hizo, estaba algo retirado, y simplemente cambié el tema.

Embarcamos el vehículo nuevamente para irnos ahora a otro lado. En ese momento suena mi celular. Como había algo de música, me inclino un poco y contestó era mi Mamá, y me decían que fuera ya a la casa, tenía que madrugar. No demoró mucho la llamada. Le digo a mis amigo que por favor me dejen en la casa.

Cuando llegamos, para bajarme tiene que bajarse Martin primero, lo hace, me despido de todos con un “Chao, gracias”, y así la última persona que veo al entrarme a la casa es a Martin. Me acuesto con demasiadas cosas en mi cabeza, no era para más del día mas inesperado.

Al otro día temprano después de madrugar para hacer una vuelta, lo llamo con miedo, le saludo, le preguntó que hizo al fin el día anterior, y me comenta la ida a Chinacota con su amigo. Me devuelve la pregunta a lo que le digo que nada, que me quedé en la casa. Hablamos un poco más, y en mi cabeza entre los pocos minutos que llevábamos hablando solo pienso que era definitivo, al parecer no se había dado cuenta. No era para más, era casi imposible que lo hubiera hecho.

Así que había visto a Martin, había estado toda una tarde con él al lado mío, pero nunca lo supo, no hablamos. No pudo saber que yo era Fabián o Daniel. Eso no me importaba, pero de cierta forma quería que supiera que era Yo con quien llegaba a las madrugadas por el Messenger, por cerca de un mes. Por mi mente solo pasaba eso además de otras cosas como por fin saber qué había sido estar todo el tiempo del día anterior, con Martin, tan cerca pero tan lejos. Entonces han pasado 7:03 minutos en la contador de la llamada, me despido y cuelgo el celular.

miércoles, 4 de agosto de 2010

La Pregunta

Después de ese corto saludo, y aun con la ventana de conversación de él abierta, en mi cabeza siguen pasando esos cuestionamientos de si es debido, si es lo que había escuchado de el, entre otras cosas, todo infundado por mi natural forma de pensar mucho las cosas.

-Como se llama? – pregunta él, a lo que por su nombre en el Messenger, el perfil de Badoo, del cuál ya no estaba la existencia anónima del mío, y lo que ya había escuchado, confirmaba que definitivamente si era el, era Martin, mientras que de mi parte con mi mi cuenta de correo alterna, y ante la situación de mi amigo, miedo personal, y precaución prefería mantener mi real nombre por el momento aparte, alfin y al cabo, Qué es un simple nombre? Pensé

-Daniel- le respondí, confirmándole la cuenta de la cuál le hablaba. Las charla con Martin se desarrolla bastante bien, pasamos en poco tiempo en superar las típicas preguntas de cuando se está conociendo a alguien, y teniendo de cierta manera de mi parte, la ventaja de conocer algunos datos, y así de alguna forma, confirmo algunos, mientras otros eran para mi una total novedad. Aquella novedad de la cuál me hace mantener el interés de conocerle.

Entonces, las charlas se repiten, la cita normalmente es en las noches, Martin esta en vacaciones pero por la Universidad, estaba haciendo un vacacional, adelantando una materia, y en otras actividades que hacía que ocupara parte de su tiempo así que finalizando la tarde, y llegando la noche es un encuentro fijo entre él y yo como Daniel, para ese instante. El interés para hablarle de mi parte aumentaba, empiezo a apartar esos cuestionamientos iniciales, y simplemente me centraba en conocerle más, admiraba que siguiese hablándome a pesar de mantener mi negación a mostrarle si quiera una foto, entonces, me conocía a mi, sin la superficialidad de imagen, simplemente conocía mi yo aunque dentro de ese “Daniel” que era lo único que no me hacia ser completamente autentico. Era tal el punto ameno de hablarle, de conocerle, que alcanzaba hasta la madrugada las charlas, donde hablamos de todo, tocamos todos los temas y ya se sentía un gado de confianza e interés que no podía negar en lo que en indirectas a veces le hacía saber a mi manera.

-Nunca nos vamos a conocer en persona – le escribo un buen día cuando por naturaleza se habló del tema, y porque nuevamente aparecen los cuestionamientos que antes había dejado. Siento nuevamente el miedo, y aunque de mi parte quería no sentía que era debido. A Martin, parece no importarle. Pasamos de el simple Messenger, al celular, simplemente me dio su número, y al otro día de habérmelo dado, salgo de mi casa, camino unas 6 casa a la esquina donde entre varios negocios de comidas, hay un quiosco donde venden minutos, no quería que tuviera mi número todo ello plagado de ese temor infundado. Ese día simplemente después de varios repiques se desvió a buzón de mensajes, mi naturaleza curiosa, y el querer escucharle la voz, hizo que dos horas más tarde, en mi casa, resultara de mi celular marcándole, nuevamente a buzón, pero esta vez voy más allá:

-Hey llamaba para saludar, espero este bien, hablamos luego. Daniel- le dejó en su buzón de voz, no se hicieron comentarios sobre ese mensaje, y al otro día si pudimos hablar, cruzamos algunas palabras cortas, y las llamadas se hicieron cortas y no tan repetitivas, definitivamente nuestro punto de encuentro seguía siendo el mismo: El Messenger. Y no tardaron pocos días, para que después de mi negación a vernos, y el seguir como si nada pensando que ese capítulo, Martin, demostrara su inconformidad como nunca antes.

-Cuál es su juego?- me replicó para ese momento en esa ventana donde ahora de el se veía una imagen cortada donde se apreciaba parte de sus labios y que muchas veces bromeaba con decirle que no provocara (cosa que hacia), mientras mi imagen continuaba igual, el ojo de más de un mes, ante su pregunta, llena de inconformidad, trato de explicarle la situación pero sin hacerlo totalmente, solo pidiéndole que no se deje llevar por impresiones. Pero en realidad lo que me dijo me hizo ver lo evidente, que haber pasado tanto tiempo, charlándonos tanto, pasando a altas horas de la noche, conociéndonos, abriendo grados de confianza para contarnos tantas cosas, y logrando en mi un interés grande por él, y que al parece para el algo similar, todo ese conjunto de cosas estaban ya llegando al punto en el que esa parte injustificada necesitaba serlo, era claro que Martin esperaba eso, pero era claro que yo no sentía la seguridad de hacerlo. Esa pregunta, y mi pregunta: Que hacer? Era ahora lo que me resultaría responderme, Daniel, tendría que aparecer en el algún momento para Martin, pero conseguir ese momento? Cómo?

martes, 3 de agosto de 2010

El Inicio (de la historia aquella)

Hace dos años aproximadamente, era temporada de vacaciones, del primer semestre anual o el llamado verano, y entonces es casi evidente que para estas fechas, el tiempo libre abunda, y el aburrimiento se hace notorio y en ocasiones intolerable, eso sumado a las temporadas de calor que aumentan en Cúcuta, la pequeña ciudad fronteriza con Venezuela en la cual vivo hace 20 años para la actualidad, y de las cuales ya simplemente estoy acostumbrado.

Ese día me levanto como de costumbre a esa hora normal de vacaciones, cerca del medio día para ser exactos y el día transcurre simplemente lento. Después de un buen almuerzo y un descanso momentáneo, me siento en aquel punto de mi casa en el cuál entre la soledad de libros alrededor, y frente a mi confidente fiel, por medio de esa pantalla de 17 pulgadas algo amarilla que denota los años que llevaba en ese tiempo conmigo, y que desde que nos presentaron, ha sido tanto el tiempo dedicados a los dos que simplemente me entiende, me lee, me acompaña y sabe todo acerca de lo que realmente soy. Y es mi amigo fiel quien entre su inmensa condición de conocerme, de no juzgarme, de dejarme solo hacer lo que quiera, me brinda en ese momento la opción nuevamente de explorar un rato la parte de la que tanto el conoce por todos los movimientos que siempre me ha visto hacer. Abro entonces esa cuenta alterna de correo, esperando algo, pero en realidad nada, y entonces es cuándo está ese contacto con el que en algunas ocasiones he podido hablar y que le conozco simplemente ahí en esa cuenta.

-Buenas Tardes Señor corazón de piedra- le saludo yo, de esa forma como ya de algún tiempo para acá vengo saludándole dado que el me ha expresado que simplemente buscar placer por esos medios por experiencias que le han pasado, y por lo cual nunca le juzgué pero le di ese apelativo entre bromas por ese medio.

Recibo respuesta de el, y la charla transcurre normal preguntando como va, por el tiempo que llevamos sin hablar, pero sorpresivamente en un momento de la conversación:

-Quiere que le presente un amigo?- me dice, ante esa frase quedo en silencio por un momento, tal vez me entrañaba mucho que el me dijese eso, normalmente habíamos hablado ya de varias experiencias propias, y teníamos claro las distintas convicciones o búsquedas, aparte de eso, la pregunta me retumbo directamente a mi, Quería conocer yo a alguien?, ya había pasado alguna mala experiencia para mi, había quemado un tiempo de salir bastante, de retumbar un poco en este difícil mundo, pero la respuesta me la di yo mismo, así después de indagar quien era el individuo al cual quería presentarme, me da pocos detalles, le digo, que si.

-Le comentó a mi amigo y luego le doy el mail – me dice, y queda allí la conversación

Pasaron unas 4 días, para volver a estar replicando la misma frase:

-Buenas Tardes Señor corazón de piedra- le saludo yo como de costumbre.

-Buenas, mire: elcorreo@lacuenta.com es mi amigo agréguelo – me dice el, sin más

La primera medida que tomo, es confrontar esa cuenta en las redes sociales más populares para ese tiempo, HI5, Facebook, y Badoo, siendo en la última donde guardaba un perfil de esos anónimos falsos, precisamente para poder verificar la existencia de un correo en esa red, ya que para ese tiempo, mi juicio de valor acerca de esos sitios manifestaban mi lejanía real a ellos. Entonces, en efecto en la ultima se despliega un interesante perfil, pero un nombre de pila, del cuál ya había escuchado hace algún tiempo, y por mera casualidad.

Como siempre dicen el mundo es un pañuelo, y no podía pasar para más, sin ser yo alguien de muchos compinches, simplemente porque no me gustan, conocía a alguien, de este cuento, con el cuál había hecho buena amistad de charla, nunca había pasado ningún rose directo lo cual reafirmaba una amistad directa. Y entonces, ese nombre de pila que veía en ese perfil, era aquel primer noviazgo de ese amigo mío, había escuchado algunas cosas, y sabia que lo que paso no fue nada realmente serio, algunas opiniones de mi amigo, pero la verdad nunca ni una idea, o imagen de el directa. En ese momento, entro en un dilema propio: Podría tomar a mal eso mi amigo? Sería conveniente? Y a respuesta me la di yo mismo nuevamente, y por lo mismo por lo cual comencé hace aproximadamente unos 4años en esto, la curiosidad pudo más, le agregué, no tardaron unos días para verle online:

-Qué tal bn? – las primeras palabras para decirnos, mientras veía en esa ventana del Messenger, su foto, y el veía de mi, un ojo simplemente eso, un ojo.

Y comienza esto!

Para comenzar y a los que se les de por esos desparches del Internet, leerme en alguna ocación. Primero paso a presentarme: Tengo 20 Años, Naci y vivo en la ciudad de Cúcuta, aunque Bogotá es como mi segundo hogar.Comencé en este cuento de "los manes" hace 4 años mas o menos entre los 16 y 17,  serio, y de ahi hasta aca, he podido pasar por varias de las cosas comunes de esto, y creo que ello, es parte de la motivación a abrir este espacio. Por otra parte, el espacio alojará en gran medida una historia a contar, que es en realidad el motivo fuerte por abrirlo, algó que vivi, y que simplemente quiero contar, y tal vez alguien quiera leer, y de igual forma añadir mas entradas que vaya escribiendo, una visión de un joven colombiano, que le gustan los manes, y que escribe sobre ello! , esto empieza sencillo, pero con animo a ir mejorando: no siendo mas por el momento. "Nos Vemos En El Blog!" (Muy Vicky Davila! Jaja!)